Siempre se dice que para llegar a ser alguien tienes que comer mucha mierda. Lo que no entiendo es cuando la gente come mierda por deporte. Es el caso de un hombre que representa la clase, el glamour y el saber estar. Estamos hablando de James Bond. Porque Sean Connery se encargó él solito de echar por tierra todas estas aptitudes ligadas a su alter ego cinematográfico cuando aceptó hacer Zardoz. No estamos hablando de un hombre apretado por las necesidades para llegar al culmen de la mierda, estamos hablando de un hombre que decidió que cualquier momento es bueno para escribir con letras de oro un capítulo en el libro de la sordidez. Es como si al gran Brando le dicen: "¡Olvídate de El Padrino! Vas a convertirte en un buda asqueroso pintado de blanco y con velo, paseado por seres amorfos en una peli en la que salga Val Kilmer". Ah, no, esto también pasó.
En definitiva: bigotón, coleta coqueta tapando pezón, botas de Pritigüoman y fardagüevos con tirantes para marcar paquete. Y una pistola que bien podría estar apuntando a la sien en lugar de su derecha.
Un saludo.
Enviado por: Rafa Ferreiro
3 comentarios:
Estoy en estado de shock, bordeando el coma...
D.Arteaga
Lo mejor es que la peli también aporta sordidez por el resto de la estética, pero sin embargo tiene un guión jodidamente interesante.
Inenarrable, o sea.
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