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martes, 30 de junio de 2009

Larvas de bigotón

Jason Kidd podría ser el jugador de la NBA más sórdido del momento. Su separación de Joumana Kidd, madre de sus tres hijos, en la que el base de los Mavericks alegó "extrema crueldad" y violencia física y psicológica dio paso a otras citas con los tribunales en las que Kidd era el demandado por tocamientos ilícitos hacia una modelo. Hacia varias modelos, mejor dicho. Lo azaroso de su vida sentimental con su ex, Joumana, dejó como fruto tres hijos a cual más feo. No sólo por la desproporción evidente de sus cabezas, especialmente en el caso del varón -¿Cómo puede tener un niño de cuatro años un melón más voluminoso que su padre, y más cuando el padre mide 1,93?- sino por una fealdad que asusta al miedo coronada por un bigote que, junto al unicejo del crío, ha sido definido como "trigote". A las fotos me remito: la de Kidd sentado en la grada junto a sus dos hijos mayores evidencia que la herencia genética del bigote no sólo afecta a los varones, sino también a las féminas. Cuánto hubiera pagado Darwin por este documento. En la siguiente –Kidd sentado en el vestuario con su hijo, en pie, a su lado- pone de manifiesto que el niño necesita de la gillette con más frecuencia que el padre, que ya es decir,e insiste en la desproporción de la cabeza del infante, notablemente mayor que la del padre (de 1,93 de estatura, insisto). Ni siquiera una vergonzante y alborotada mata de pelo que da aún más volumen a su cabolo consigue distraernos del objetivo principal: ese bigote compuesto de densa y negra pelusilla. En la foto de familia en espumosa bañera, conocida como 'foto de los bebés flotantes', la evidente sombra entre el labio superior y la nariz del retoño de Jason y Joumana es algo así como el anuncio de un Antonio Resines –versión 1983- en potencia. La densidad capilar del muchacho, al que parecen haber disfrazado de reencarnación de no se qué Lama, nos obliga a seguir el recorrido vital de ese niño, que en cuanto cumpla los dieciséis puede reescribir la historia del bigote tal y como la conocemos hasta ahora. La foto de familia final, sentados todos en un sofá, tal vez no valga como documento bigótico, pero merece un comentario aparte: ¿Cómo es posible que de la madre, que está bastante buena, y del padre, que al menos es un tipo atlético y de ojos azules, hayan nacido tres HENJENDROS semejantes? Y no, no son adoptados. Son así de feos. 'Au naturel'.

 Tal vez la "extrema crueldad" que Jason alegó para fundamentar su divorcio quede reflejada en estas fotografías. "Mire, señor juez: Estos son mis hijos ¿Se cree usted que puedo seguir conviviendo con esta bruja máquina de parir eslabones perdidos?". "No son eslabones perdidos –replicaría un juez dotado de buen sentido-. Son larvas de bigotón. Alguacil, déle una medalla a la madre".

(Añado así, como quien no quiere la cosa, otra imagen de otro jugador de baloncesto: Adam Morrison, de los Lakers. Diabético y admirador del Ché. Y bigotón. Of course)


Enviado por: David Arteaga

2 comentarios:

Portrait dijo...

Grandisimo post!

Anónimo dijo...

Plas, plas, plas!!! un post de 1ª!!!

George Kaplan